Los problemas no tienen solución en el mismo nivel donde se crearon.
Entrevista a mi mismo, 13/9/01

 

Parece que el mundo está revuelto estos días…

Así le parece a la mayoría de gente. ¿Pero está revuelto el mundo o es nuestra forma de ver el mundo la que está revuelta?

¿Quiere decir que en el mundo no hay conflicto?

La base del conflicto está en cada uno de nosotros, en nuestra forma distorsionada de percibir nuestra identidad (“que o quien soy realmente”), y por lo tanto, eso distorsiona la forma en que percibimos los otros y el mundo. Si sólo vemos las formas y no la misma vida que anima todas las formas, estamos viendo sólo la superficie de las cosas. Entonces es cuando nuestros actos no son sabios, y creamos todos desequilibrios de todo tipo.

Póngame un ejemplo.

Si usted entra en su habitación y está medio a oscuras y de repente ve una serpiente en su cama, qué hará?

Saldré corriendo, claro.

Muy bien. Si no puede huir, que hará?

Pues intentaré matarla.

Ya veo, el miedo siempre hace actuar de esa forma. Quizá destrozará su cama, pero y si resulta que cuando enciende la luz se da cuenta que lo que para usted era una “terrible serpiente” es en realidad una arruga en la colcha?

Pues me sentiré un poco ridícula…

Así es. El problema no era de “serpientes”, el problema existía en su forma de ver la realidad. Encendiendo la luz se resuelve el problema, no huyendo ni atacando.

En palabras de Einstein: el problema (en nuestro ejemplo, la serpiente) no tiene solución en el mismo nivel donde se creó (la oscuridad), es decir, que cuando hay miedo (problema) no hay solución ni huyendo, ni atacando, pues el rechazo y la violencia están al mismo nivel de realidad que el miedo. Si no quieres sentir miedo, es decir, si quieres sentirte en paz, no huyas del miedo. ¡Tampoco lo ataques! Pues aunque parezca de ciencia-ficción, eso da más fuerza a tu miedo. La solución es contrarrestar ese miedo desde un nivel superior.

¿Cuál?

Desde el amor, la tranquilidad, la paz interna. Si lo pruebas verás que por arte de magia, el miedo va perdiendo fuerza, pues has visto “el problema” desde una perspectiva más amplia y profunda, con más claridad que antes. Y desde esa perspectiva nueva, el problema que antes te tenía atemorizado, ahora te tiene sólo ocupado. Puede incluso que desde tu nueva perspectiva ilumines tanto el problema que lo percibas como una simple ilusión de tu mente, como pasaba con la serpiente imaginaria.

¿Cómo es posible que cambiando de perspectiva cambie la realidad?

La realidad no es más que eso: nuestra conciencia de realidad. Podemos estar mirando lo mismo pero viendo cosas muy distintas. Lo que para alguien es realidad, para otro puede no serlo si su conciencia no tiene el grado suficiente de apertura para captarlo. En general, vivimos en el nivel mental “egocentrado”, caracterizado por el apego a “mis” creencias, “mi” pasado”, “mis” pertenencias”, etc. Eso significa que la realidad que percibimos está llena de “egos” por todas partes. Eso crea un sentido de separatividad y por lo tanto de amenaza en nosotros. Por eso hay tanta violencia en el mundo...

Pero hablando de amor parece usted un capellán o algo por el estilo...

¿No es ese sentido de plenitud y felicidad lo que buscamos todos en el fondo? La paradoja es que el amor se esconde detrás de nuestro miedo. No vamos a encontrar esa plenitud si huimos o atacamos los objetos a los cuales atribuimos nuestro miedo. El miedo es ausencia de amor en nosotros, como la oscuridad es ausencia de luz. No luches con la oscuridad, ni huyas de ella, pues en primer lugar, el problema no se encuentra en ese nivel. El problema es de falta de luz. Por eso un capellán diría “ama a tus enemigos”, pues el miedo no es más que amor en grado mínimo.

Intuyo que esto tiene algo que ver con los actos terroristas...

Así es. El porqué de cualquier cosa no se puede comprender cuando no se ama, es decir, cuando hay miedo dentro nuestro (u odio, que es una reacción ante el miedo). Y lógicamente, cuando algo no se comprende bien, las mejores soluciones son sólo parches que nada remedian. Terrorismo y miedo son sinónimos. Son dos palabras para un mismo fenómeno. El miedo es el nivel donde habita el terrorismo, la terrible serpiente que habita en la oscuridad. Sin miedo no puede haber terrorismo.

Pero la opinión pública habla de terrorismo, no de miedo.

Exactamente, y esto no nos ayuda a encontrar la solución. Digamos que el terrorismo es la cara externa del miedo, y el miedo es la cara interna del terrorismo. Cuando hablamos de terrorismo creemos que el problema es “externo” y por lo tanto fuera de nuestro control. Si nos centramos en el miedo que provoca el terrorismo en nosotros, o en el miedo que tenemos a los terroristas, entonces hablamos de algo que es nuestro (el miedo), y por lo tanto, tenemos la paella en nuestras manos. Para encontrar la solución debemos aprender a mirar nuestros miedos de frente...

¡Pero los terroristas existen y ellos causan nuestro miedo!

¡Claro que existen, y causan un miedo terrible! Pero ¿quién dice que la serpiente no existía para la persona que entró a oscuras en su habitación? ¿Acaso no era real también su miedo?

¿Entonces estamos viviendo a oscuras?

Los científicos dicen que el 90% de nuestra mente es inconsciente. Es decir, que somos inconscientes del 90% de nuestra realidad. Esa es la oscuridad en la que está viviendo la mayoría de seres humanos.

¿Y qué hay en el inconsciente?

Todo lo que no aceptamos como nuestro: miedos de todo tipo, odio, rabia, culpabilidad, etc. También hay expresiones positivas que no queremos reconocer: bondad, abundancia, sencillez, etc. Si logramos hacer conscientes esos contenidos veremos la realidad de una forma más clara.

¿Y cómo se consigue iluminar el inconsciente?

Amándolo. Amando nuestra parte oscura, “la sombra” en términos psicológicos, todo aquello que no nos gusta de nosotros o que no nos gusta ni imaginar que pudiéramos ser o tener. Pues algo está en nuestro inconsciente porque no lo aceptamos. La solución es “aceptar incondicionalmente”, que es lo mismo que “amar”.

Como por ejemplo...

Al terrorista que habita en nuestro inconsciente, aquella parte de nosotros que clama “venganza” o que “se siente indiferente” ante el sufrimiento que decidimos ver en los medios de comunicación. Si somos capaces de reconocer y amar esa parte  inconsciente de nosotros, entonces seremos capaces de abordar el problema del “terrorismo” de una forma más inteligente. Pero menuda sorpresa cuando para aquel entonces ya no encuentre “el problema” por ninguna parte...

Pero esto parece un proceso muy lento, y mientras tanto puede haber muertes…

Un día u otro todos nuestros cuerpos dejaran de respirar. Las muertes violentas son anticipos no deseados de ese día. Mientras tenga vida, aprovéchela para vivir en paz.

¿Pero cómo si no me dejan?

Desde pequeños nos han hecho creer que todos nuestros problemas los causan situaciones externas (y por lo tanto incontrolables para nosotros). Fíjese bien: dos automóviles chocan. Para un conductor el accidente es un problema. Para el otro es una bendición porque se siente afortunado de estar vivo.

Entonces...

Todos los problemas tienen solución, pero para ello debemos buscarla en un nivel distinto de donde creemos que se originaron. Ámese, ame sus miedos sin miedo. Cuanto más logre amarse, menos miedos tendrá y menos temerá los demás, y en lugar de miedo verá que en los terroristas sólo hay ignorancia o falta de amor. Entonces no les tendrá miedo, y conocerá lo que es la compasión. Sin miedo, el terrorismo deja de ser la terrible serpiente.

Ya, pero y si me matan aunque sienta compasión?

Lo que pasará el próximo segundo nadie lo sabe. Lo que importa realmente es como vive usted este momento. A pesar de todo lo que ocurra a su alrededor, qué prefiere sentir cada momento: ¿miedo o compasión? Esa es la pregunta.

Aunque si usted está en paz, usted crea paz a su alrededor. Es imposible que alguien pueda volcar su odio o su rabia contra usted si usted está en completa paz.

¿Cómo puede ser posible?

Desde todos los tiempos se ha sabido que  “Lo semejante atrae lo semejante”. Si usted siente miedo, atraerá miedo en cualquiera de sus formas: u bien la gente huirá de usted, o bien la gente le atacará de una forma u otra. Si siente amor, desarma el miedo como la luz desarma la oscuridad. ¿Usted cree que existe algo más fuerte que el amor? En verdad, el enemigo se esconde dentro de cada uno de nosotros.

Sergi.
Planeta Terra.